sábado, septiembre 27, 2008

Jorge Spíndola: Los Blues de la Patagonia

Reseña de Clemente Riedemann _____________ Con el ánimo de expandir las fronteras simbólicas de la Suralidad, que están allí donde sea que encontremos palabras que nos hagan sentido, compartimos con nuestros lectores la poesía del autor de Trelew. Su manera de escribirla revela que el gesto moderno no se circunscribe a la espacialidad urbana, no tiene necesariamente que ver con territorialidades, sino con un modo de pararase frente a la realidad, aunque sea la de la remota estepa patagónica. _______________________________________ Delicioso road movie nos ofrece el argentino Jorge Spíndola en este libro de poesía con fondo realista y lenguaje coloquial. Veloz, como Dan Moriarty, su verso –bien respirado- circula lo mismo por las asombrosas carreteras patagónicas, que por los vericuetos de los espacios domésticos. Va de las camionetas a las bicicletas y de ahí a los caballos –todo lo que se mueve, lo que va y vuelve- con precisión y sin alardes, pues su intención no es conceptual ni metafórica, sino descriptiva: “me paso la vida traduciendo a palabras / imágenes, registros de esas aves en la piel” (Fotos Nocturnas) Las tres partes del libro –Calles Laterales, Bailango y Otros ámbitos- muestran la naturaleza existencialista del estilo descriptivo que hace tanto bien a la poesía de estos días: “ahí va eso que soy y todo lo que fui” (Va Rodando Por El Mundo) o “todo es pasado, todo está por suceder” (En El Camino) o “donde seamos sólo soy estas palabras” (A Decir Verdad). Blues de la fugacidad, una metafísica de lo efímero, la sustancia de este tiempo, por cierto, también maravilloso, porque segrega poesía, esas “palabras que están detrás de las palabras” y que Spíndola ubica en sus poemas con destreza, para que se noten sin leerse, creando una atmósfera que parece siempre a punto de diluírse “todo ha sido tan fugaz /como esa liebre /encandilada por los focos” (Va Rodando Sobre El Mundo) Cierta amenaza fatalista flota en el ambiente de la pampa “siempre acá, /entregado como un perro a este paisaje, /oliendo matas, salpicado de escarcha /para siempre.” (Lisboa) o “la vida es un bumerang lanzado hacia la vida” (Bailongo) o “siempre vuelvo a lugares destruidos /a mis zapatos con agujeros” (Blues Del Regreso) o “ahora todo paso es un paso en falso” (Paso Del Gualicho). Pero aparece también el humor, bueno y agudo, con irresistible picaresca: “bajo la luz de la luna /orinamos solos / mi sombra y yo…ambos estamos un poco borrachos /y regamos el patio de la casa” (Poema Li Po). Spíndola asume la angustia del tipo que reflexiona en medio de un escenario destinado a los hombres de acción, donde la reflexión misma parece estar bajo sospecha, cuando no carente de sentido. De allí, acaso, proviene la sensación de fugacidad y el afán, a veces exasperante, por registrar cada trance, incluso aquellos sin la menor relevancia: “el hombre se sienta y fuma /estoy en casa piensa…/ahora bebe despacio su café…/el mundo de allá afuera es tan extraño / piensa” (La Casa) Este sentimiento de extrañeza por el espacio exterior se reitera con singular comicidad en “entré a la casa /mucho frío para estar hueveando afuera /y encima solo” (Hablar Con Las Plantitas). El propio autor se encarga de refrendar esta idea con el poema conclusivo del libro, A La Manera De Las Nubes: “y después me senté / a mirar el cielo / a dejar que la cabeza /volara sin sentido…a la manera de esas nubes /que van o vienen y dibujan /cierta forma / una cara / una liebre gris…y luego se deshacen” Pero esta pesadumbre es también una apariencia. Detrás –sólo un poquito detrás- hay un poeta profundamente comprometido con su destino nómade, con esa suerte de nueva prehistoria que es la postmodernidad. Y, no cabe duda, con la expresión poética verdadera: razonada, pero contenida de emoción; culterana, pero popular a la vez; personal, pero brindándose por dejar hablar a los demás, como aquí, para despedirse, le dejamos decir a él: “ en el bar el refugio hay unos tipos jugando a los dados por la vuelta sobre sus cabezas un póster del dieguito la foto de gilda y una hembra firestone…” (Calles Laterales) ________________________________________________ Jorge Spíndola CALLES LATERALES (2002, 77 pags.) Culturas del Sur del Mundo, Ediciones; Trelew, Chubut. Argentina.

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